El primer paso para tener la oportunidad de disfrutar de una vida más plena es la conciencia sobre uno mismo. A simple vista parecería que si de algo sabemos es precisamente de nosotros mismos ya que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a perseguir nuestros deseos, anticiparnos a lo que puede o no ocurrirnos, revivir y evaluar lo que nos ha sucedido y así un largo etcétera.
Por sorprendente que pueda parecer este conocimiento es aparente, en realidad gran parte de nuestros hábitos mentales, emocionales y corporales responden a patrones repetitivos y en gran parte automatizados, solemos sentir, reaccionar y pensar cosas muy parecidas ante las mismas situaciones. Por ejemplo uno que no soporta “que le digan lo que tiene que hacer” puede recibir mal las demandas de otros, otra que suele buscar la paz y la armonía en sus relaciones reaccionará siempre intentando apaciguar los conflictos, se sentirá mal en tales situaciones, etc. Y así podríamos seguir pues cada persona tenemos una gran cantidad de conductas automatizadas. Y estas conductas o modos de reaccionar, sentir y pensar se relacionan directamente con eso que llamamos carácter, entendido como conjunto de rasgos que determina a una persona.
El carácter es algo muy cotidiano, está en nuestro lenguaje, decimos por ejemplo “ella tiene mucho carácter” o “él tiene un carácter muy fuerte” o “un carácter débil” y detrás de estas afirmaciones se esconden otras más concretas. Puede querer decir que tiene tendencia a ser impaciente e irritable, o que a menudo se muestra dubitativo y temeroso en situaciones que le atemorizan, o que anda con frecuencia preocupado y así un largo etcétera. En suma, los rasgos del carácter están en nuestro lenguaje cotidiano. Y además se habla de ellos como de algo característico e intrínseco a cada persona, algo que forma parte de la identidad de cada uno. Carácter que a cada uno en algunos aspectos le ha podido ser muy útil en la vida y en otros le ha podido fastidiar bastante.
El principio básico es que el carácter o personalidad no es algo fijo e inmutable, sino más bien es como una máscara que fuimos elaborando durante nuestro desarrollo, básicamente durante nuestra infancia temprana, respondiendo a una necesidad apremiante: desenvolvernos en un mundo plagado de retos, de exigencias, de frustraciones, también de alegrías y gozo por supuesto, un mundo que a tan tierna edad no podemos entender, así que no nos queda otra que adaptarnos cada uno como mejor podemos. Este carácter lo construimos a base de adoptar rasgos que nos fueron útiles y de renunciar a otros que no lo eran, normalmente a sus polaridades. Por ejemplo “el que eligió la sumisión normalmente renunció a su parte más fuerte hasta el punto de, ya en su vida adulta, verse tan condicionado por ese rasgo que se ha convertido en una constante en su vida.
El autoconocimiento es un proceso que permite en primer lugar tomar conciencia cabal de cuáles son los rasgos que nos constituyen. Cuando lo ponemos en marcha es realmente sorprendente la cantidad de rasgos nuestros que nunca habíamos realmente observado de tan automatizados que se encontraban. Al tomar conciencia vamos a poder ver que esos rasgos tienen una sentido nos siguen siendo útiles sí, pero también nos suponen un precio. A partir de esta toma de conciencia es posible el cambio. Un cambio paradójico ya que nos pasamos la vida tratando de cambiar cuando en realidad no hay que cambiar nada. No nos sobra nada, el cambio sucede cuando nos permitimos dar espacio a las polaridades, a nuevos rasgos y características nuestras que generalmente permanecen en el olvido. Es por lo tanto también un proceso de autodescubrimiento.
La autoestima es un aspecto central. Se sabe que una baja autoestima es fuente de riesgo de padecer depresiones o enfermedades y conlleva unas relaciones más insatisfactorias, etc. Un buen proceso de conocimiento sobre uno mismo es la base más sólida que podemos construir para gozar de un elevado nivel de autoestima.
Este es el primer taller de un ciclo de tres, que nos permitirá hacer un recorrido por los aspectos fundamentales de nuestro bienestar psicológico y emocional. Un encuentro con uno mismo imprescindible para adentrarnos en el segundo taller, en el mundo de nuestras relaciones interpersonales, allí donde se expresa todo lo más importante de nuestras vidas. Finalmente, en el tercer taller daremos un paso más para acercarnos hacia aquello que para cada uno apunta hacia su autorrealización, en suma hacia una vida más plena y feliz.
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