La reflexología es una terapia
complementaria holística. Su objetivo es tratar a la persona de forma global,
en lugar de un solo síntoma, basándose en que un síntoma como el dolor o una
erupción cutánea suele ser el signo de un problema interno.
Trabajar exclusivamente en una
parte del cuerpo puede hacer que la energía se desplace de esa zona, sólo para
estancarse en otro lugar. Por eso, por lo general se comienza trabajando todo
el pie para tratar a la persona de forma global, antes de centrarse en un área. Además de restablecer el equilibrio es
también relajante.
Cualquier persona que reciba un tratamiento
reflexológico debe beber mucha agua después. La reflexología estimula la
circulación y la comunicación nerviosa entre todos los órganos, por lo que se
produce un efecto equilibrador.
El tratamiento puede animar al cuerpo a
liberar las toxinas acumuladas, que podrían
causar jaquecas o náuseas. Beber mucha agua ayuda a los riñones a
trabajar de forma eficaz y a arrastrar los productos residuales del organismo
hasta expulsarlos del cuerpo.
Alejandra González de Rueda, reflexóloga y terapeuta holística,
colaboradora en Espacio Humano (Málaga)
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